ENTREVISTA CON ADRIANO BOSA
Adriano Bosa Fausto
Enseñar es la parte que más llena mi vida
Adriano Bosa Fausto, uno de los jueces All Rounder más prestigioso de la República Argentina muy querido por sus amigos y respetado por colegas. En esta nota de Perros En Acción le rendimos un cálido homenaje por su trayectoria.
Adriano nació en un pueblito llamado Castelgomberto, provincia de Vicenza, entre Milán y Venecia.
Lo recuerda como un pueblo pequeño de trabajadores y campesinos en el que descubrió su amor por los animales.
Aún tiene muy vívido el recuerdo de cómo se sintió movilizado cuando le regalaron su primer pajarito.
A 9 años vino junto a su madre y sus dos hermanas a la Argentina, para reencontrarse con su padre y su hermano mayor que habían venido al país con anterioridad.
Siempre fue muy inquieto, trabajó desde pequeño en un restaurante que había abierto la familia en San Justo, un lugar bullicioso que se había convertido en un punto de encuentro de sus paisanos venidos de Italia.
Su espíritu emprendedor y su facilidad para aprender lo llevo a abrir su propio taller de electricidad del automotor a los 18 años, luego de haber aprendido rápidamente el oficio trabajando en un taller del barrio.
Siempre valoró el conocimiento, y es además un ávido lector y amante del canto y de la música.
¿Le pones música a todo? Siempre, cuando enseñaba a presentar perros, les decía que los animales se sienten más cómodos si te sienten cantar, yo sabía que a los perros los relaja mucho, es una forma de estar siempre con algo alegre en la cabeza y los perros no se sienten presionados, siempre da resultado.
Por: Alejandro Murzone
Foto: Carolina Bibiloni
¿Qué fue primero, el criador, el expositor o el handler?
Primero comencé criando, me gustaba mucho criar, luego me inicié como handler amateur. Cuando venía alguien con un perro y me decía que no sabía qué hacer yo se lo agarraba y lo metía en la pista. Había un Skye Terrier que nadie podía presentar, la dueña me dice: “por qué no me lo presentas vos”, cuando lo tomé sentí que había química. Así fue como empecé a ponerme el saco y corbata y a cobrar para realizar ese trabajo. Comencé también con la peluquería y ese fue el inicio del handler profesional.
¿Cómo aprendiste a hacer las primeras peluquerías?
Comencé primero con mi Cocker Spaniel Inglés, recuerdo que el principio fue desastroso, le pelé las patitas de una forma que parecía un caniche y dije “esto no es así”. Un amigo tenía una casa de productos veterinarios, allí hacían baño y peluquería y ahí comenzamos a hacer cortes. Un dia vino una señora que me dejó un caniche porque se iba de vacaciones y no podía llevarlo, me pidió que lo lleve a una peluquería y allí vi cómo le cortaron el chaleco y pantalón, como se le decía antiguamente, y en ese momento dije: ¡esto lo puedo hacer yo!. También venían perros de Estados Unidos y yo observaba cómo estaban peluqueados los caniches, y yo, tal cual, seguía el corte. Tenía buena memoria y mucha visualidad, fue muy interesante porque tenía mucha inquietud por mejorar. Antiguamente había muchos libros ingleses que marcaban mucho, nada que ver con los americanos, que eran más rústicos. Así que a prueba y error fue la forma para aprender.
¿Con qué raza te identificaste entonces?
El Cocker Inglés es con el que más lejos llegué, porque gané una exposición grande de FCA. Jamás un cocker Spaniel Inglés había ganado, fue una fiesta muy grande haber ganado esa exposición, me llevaron en andas, me tiraban para arriba, un momento inolvidable.
¿Era un perro criado por vos?
Claro, fue criado por mí y luego se lo vendí a una persona que quería un perro para exposición. Yo le dije: este es “El perro” para exposición... pero esta persona quería uno dorado...yo insistía: este negro va a ser... dicho y hecho. Cuando comenzó en las pistas arrancó ganando jóvenes, adultos, especializadas, hasta que ganó el Best In Show de todas las razas. No me acuerdo el nombre, soy malo para los nombres, le decíamos Dumbo por lo orejón que era... esa gente era de San Justo y se hizo muy amiga mía. Después crié muchas razas y las quería a todas. En ese momento presentaba y trabajaba como profesional, tenía Basset Hound de origen inglés, al principio, y luego trajimos americanos, ahí fue cuando se produjo el cambio grande de la raza. Después vino Jacqueline Quiroz, de quien aprendí mucho a presentar perros, porque ella era una handler profesional que venía de Estados Unidos con mucha técnica y además era especialista en preparar Lebreles Afganos, sobre todo con lo que respectaba al baño y peluquería. Después de criar Basset Hound, crie Lebreles Afganos porque Jackie me dio dos hembras muy lindas y esas líneas de sangre se la pasé, para hacer sus bases, a mi querido amigo Ramón Podestá, con quien trabajé en Chile varios años y conocí muchas razas espectaculares.
¿Cómo debería ser un handdler ejemplar?
Ante todo tiene que tener afinidad con los perros, con los animales, no puede ser una persona histérica, tiene que mostrar al perro siempre, no a uno mismo, y te digo: siempre hay que ir cantando con la mente y siempre que el perro esté feliz, porque si el perro no está feliz pierde sus cosas. Creo que ese es el secreto más grande, no puede ser una persona nerviosa porque si hace un rato perdió con otro perro, tiene que dejar todo de lado, total si no se gana una, se gana la próxima. Uno sabe perfectamente que es lo que tiene en las manos, si el juez no lo vio, mala suerte, será otra vez.
¿Cómo debe trabajar un handler para ser exitoso?
Le tiene que gustar mucho, porque es mucho esfuerzo entrenar todo el tiempo, aunque el perro haga todo bien, igual se lo debe entrenar. Además, es fundamental saber mucho de pelo porque es muy importante prepararlos bien, tiene que ser integral. Aunque sea un perro pelo corto hay que cuidar los detalles. Es necesario sacar el mayor provecho posible, porque con el pelo del perro se pueden hacer muchas cosas, a veces se puede cubrir un poquito y eso es muy importante para que el perro se vea bien en pista, el handler tiene que saber preparar un perro de pelo corto con todos los detalles y un perro de pelo largo a la perfección.
¿Y cuándo descubrís que vas a ser juez?
Cuando comencé en la cinofilia descubrí que tenía la capacidad de observar a perros de 45 días y saber cuál era el mejor de la lechigada, lo
podía hacer con diferentes razas, la gente me llamaba para reconocer al destacado...
¿Eso tiene que ver con el sentimiento, con lo sensorial, con lo que estás viendo o es un conjunto de todo?
Es un conjunto. Es una ojeada, comienza por la cabeza y termina por la cola y pum, este es… Lo ves desde la angulación delantera, la posterior, la rodilla, es un segundo que vos ves todo el dibujo. Entonces con el tiempo haciendo eso en todas las razas en general, uno puede ver cuál es el mejor. Después de los 45 días si crece al tamaño que corresponde o no, lo decidirá el destino. Pero lo que sí es seguro, es que la estructura no la va a cambiar más. Después depende de veinte mil cosas más, pero te digo que para mí es re fácil buscar un cachorro y sacarlo. Y me pasa que a veces veo una cachorrita o cachorrito y después veo que está ganando cualquier cantidad y digo, mirá qué bien... ¡Es un don, yo creo!
¿Cómo empezó tu carrera para ser juez?
Primero comencé en el Cocker Club a hacer la primer raza, había que tener campeones y había varios requisitos, era rígida la cosa y resulta que me recibí de especialista de Cocker Spaniel Ingleses y luego de Cocker Spaniel Americano, después de otras razas y así fui haciendo poco a poco, hasta que hice los 10 grupos. Siempre lo digo, Enrique Filipini y yo nos recibimos juntos el mismo día, los 2 hicimos los 10 grupos por estudio. No nos regalaron nada y estoy muy orgulloso con eso.
¿Qué es lo que más te gusta de ser juez?
Enseñar… Me gusta mucho enseñar, que la gente muestre bien su perro, que ponga bien las manos, donde sujetarlo, que se sienta feliz con el perro, como usar la correita. Muchas veces me lo recuerdan, “usted me enseñó tal cosa, vos me enseñaste tal otra”, esa parte es la que más me llena, la que más me place. He recibido muchas cartas de agradecimiento por haber perdido tiempo con ellos, por poner interés en ayudarles. A veces tienen perros que no saben cómo andar y les digo algunos detalles que uno ya los conoce por oficio, la gente lo aprecia mucho.
¿Cuándo sentiste el éxito como juez?
No lo sé, siento que hago bien las cosas. Nunca me dejo llevar por nada, ni por nadie. Mis amigos son todos los que van a pista, yo los quiero a todos, los saludo, los beso, pero en la pista son los perros. Todo lo que sé, lo doy y lo transmito. Ojalá que todo el mundo lo aproveche. Lo mejor de todo, es nunca tener malas intenciones.
¿Cómo fueron las primeras veces que saliste del país a juzgar?
Estaba muy seguro, siempre sabía lo que estaba haciendo, no soy de esos que hacen teatro, voy directo al grano, puede estar el handler más famoso del mundo que a mí no me va a cambiar nada, esas cosas son innatas, siempre estoy muy seguro de lo que hago.
¿Cuál fue la vez que más disfrutaste juzgando?
En Santa Bárbara, Los Ángeles. Hice el Best In Show final y que me hayan elegido sin conocerme mucho fue una cosa impresionante para mí. Había muchísimos perros, todos de ahí, fue un evento muy lindo. ¡Emotivo! Además, el clima y la organización espectacular.
Después disfruté mucho en Japón y en Rusia, pero la verdad cuando uno va a juzgar, la pasa bien en todas partes, yo tengo muy en cuenta que cuando te invita un europeo, con lo que le sale el pasaje de un Sudamericano invita a 4 de Europa, yo entiendo todo perfectamente.
¿Cómo te acompañaron los familiares y amigos porque muchas veces al perrero se lo ve como el loco?
Lo que pasa es que yo creo que la persona que no es perrero que no le gustan los animales, no puede ser amiga. Es la realidad, puede ser conocida, yo no sé nada de futbol, veo gente que se enloquece contra la TV. Yo enloquezco cuando veo un perro hermoso y son cosas con las que no hay compatibilidad... y si me dicen que soy loco, ¡¡Bueno seré loco pero feliz!!
¿Cambiarías algo de tu vida?
No, porque eso sería ofender a Dios